Tuesday, October 19, 2010

El caballo "extraviao".

Esto ocurrió en el Lolog, allá en el Lanín, y más precisamente en Puerto Arturo.
José Bareiro estaba en esa Seccional. Habíamos estado herrando varios caballos con él, el Guille d'Oliveira, Choque y yo. Entre los maturrangos estaba el mío, que le había comprado hacía poco al Guille, un alazancito indio muy baqueano, el "Diamante". Herramos, churrasqueamos y como a la media tarde bajamos a San Martín, dejando los caballos en un cuadro grande. Bareiro bajó con nosotros, para volver al día siguiente.
Pero al otro día, al regresar Bareiro, descubrió que el cuadro estaba abierto, y los caballos afuera. Cuando hizo el rejunte, faltaba el mío. Había entrado de acuerdo a lo convenido con él por la madrugada un Guía de Caza (era la época de los Cotos de cacería de ciervo) con su caballada, procedimiento común muchas veces para esperar al cazador en el campamento con sus excentricidades y demás. Uno de los Guerra era el Guía éste. Bareiro me llamó por la radio: "Che pibe, abrieron el cuadro y me falta tu caballito. Voy a recorrer pero me parece raro. Sinó, la única posibilidad es que el Guía que entró hoy se lo haya llevado. No sé". "Sonamos", pensé. "Voy a tener que rajar a buscarlo a Lolog".
Le avisé al Guille (era el Jefe de Zona), y decidí salir con rumbo a Puerto Arturo. Me alojé en lo de Bareiro, y al amanecer salimos los dos a caballo a rastrear el "Diamante".
Los que conocieron Lolog sabrán de sus hermosísimos y enormes valles, como la Pampa de Auquinco, Mallín del Pato y demás. Y algunos conocerán sus cotos, Huanquihue, El Nalca, Boquete, Auquinco, Baguales, etc. Pero esta historia se ubica en la margen norte del lago.
Anduvimos pues, todo el día a revienta caballo. Dejamos por el día para el último al Mallín del Pato y Baguales. Y en el Pato, al lado del arroyo, encontramos el campamento del "Loco" Guerra, otro Guía de Caza y sobrino del sospechado que había entrado un día antes. Estaban mateando. Dos mates arriba del caballo nomás, y las preguntas consabidas: "Andamos buscando un caballito" -dijo Bareiro- Al toque, el "Loco" contestó: "El que entró último fué mi tío, ése es más rápido que la luz, fíjense bien por es un c...de su madre. Así nomá" "¿Y pa'dónde fue?" -pregunté yo- "Ta en Baguales" - fué la respuesta. Saludamos, agradecimos y rajamos.
El Coto Baguales está alto, arriba del Cerro homónimo. Allí se cazó el Ciervo que hasta hoy es récord nacional, un 26 puntas, allá por el 92. La picada sube en gran parte costeando el arroyo del mismo nombre del cerro, y hay una cascada muy alta y linda metida en el lengal. Me acuerdo bien que yo no daba más de la calentura y José iba cantando "devolvé el caballo" con música de la Bersuit. Llegamos con los pingos sudados al campamento. Estaban sentados: El cazador, su acompañante, Guerra y su hijo, mate en mano. Al llegar y meter los pingos casi hasta el fogón, Guerra quedó mudo. Saludamos, el cazador salió amablemete a dar la mano, y por el rabillo del ojo veo cerquita la caballada. Allí estaba el "Diamante". Contuve las ganas de agarrar a rebencazos al Guía ladino ése. Mas o menos así fué el diálogo: "Andamos buscando un caballo que se llevaron de la Seccional. Alguien abrió la tranquera y soltó la caballada. Usté (a Guerra) entró ayer a la mañana. Vió algo?" El tipo palideció. "No, yo entré con mi tropilla nada más. Capaz que me siguió algún caballo". "Pero cómo lo va a seguir, mi amigo, si después de la seccional hay un cierre bien seguro. ¿Usté no se dió cuenta cuando abrió la tranquera pa' pasar?" Dije yo ya casi sin contenerme. A todo esto, el cazador miraba perplejo trantando de entender bien la cosa. "Si, güeno, me siguió y no lo pude hacer volver". "Taba medio perdido". "¡juna gran siete!" -exclamé- "Ya mismo me llevo el caballo, y agradezca que no lo c...a rebencazos pa' no hacerlo pasar verguenza delante del señor" (por el cazador). Atrás miraba Bareiro, y dijo: "y usté me abrió la tranquera entonces, Don". "Eso no se hace" Con toda la tranquilidad que caracterizaba al formoseño ése que nunca se olvida. El Guerra quería zambullirse en el lengal por lo menos, aunque era muy cararrota. Como era tarde ya, nos disculpamos con el cazador que no tenía nada que ver claro, agarré mi caballo, ensillé y salimos de vuelta. Ya era el atardecer, rojo, y habían empezado a bramar los colorados. Cuando pasamos al lado del campamento del "Loco", vió el caballo y espetó: "¿Ha visto? ¡Había sido él nomá! ¡Si es un c...de su madre!"

Leonardo "Johnny" Muñoz.